Con el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, los puertos se enfrentan a riesgos sin precedentes, por lo que las inversiones en adaptación climática son una necesidad urgente para evitar interrupciones de las operaciones y pérdidas económicas.

El desarrollo de planes de adaptación para reducir los riesgos climáticos es una tendencia creciente en los puertos. Brasil necesita acelerar su respuesta, ya que el cambio climático es un problema creciente, especialmente en las regiones costeras.

El Centro Común de Investigación Europeo(JRC, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ya advirtió en 2018 de los riesgos sin precedentes de inundaciones costeras. Ese mismo año, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) reforzó la necesidad inmediata de adaptar los puertos en riesgo de colapso logístico.

Desde 2020, la Asociación Mundial para las Infraestructuras de Transporte Acuático (PIANC, por sus siglas en inglés) ha publicado directrices y recomendaciones para la evaluación del clima y la adaptación en el sector portuario. Sin embargo, muchos países (incluido Brasil) siguen adoptando medidas tímidas ante una amenaza que ya es una realidad.

La tragedia en el Estado de Rio Grande do Sul

Brasil sigue reflexionando sobre los graves daños sufridos por sus infraestructuras portuarias y la tragedia humanitaria causada por las inundaciones en el Estado de Rio Grande do Sul. Éstas ocurrieron hace un año y causó 184 muertos, 25 desaparecidos y más de 800.000 damnificados. Este suceso refuerza la urgente necesidad de estrategias de adaptación frente al cambio climático para proteger la seguridad, las vidas y garantizar la resiliencia de las infraestructuras urbanas.

Según el estudio Evaluación de los Efectos e Impactos de las Inundaciones en Rio Grande do Sul, publicado por el Gobierno Federal en noviembre de 2024, el sector portuario registró daños por valor de 156,2 millones de reales (aprox. 31,24 millones de dólares), principalmente por drenaje y limpieza. La acumulación de sedimentos en las vías navegables y en el lago Dos Patos redujo la capacidad operativa de los puertos de Rio Grande, Pelotas y Porto Alegre, así como de 18 instalaciones privadas.

Otros acontecimientos emblemáticos tuvieron lugar en el Estado de Santa Catarina, en el puerto de Itajaí, que en los últimos años ha sufrido varios períodos de cierre debido a fenómenos climáticos. En 2017, por ejemplo, las fuertes lluvias y las graves inundaciones provocaron el cierre del puerto durante tres semanas. Las corrientes extremadamente fuertes impidieron el atraque de 30 buques y requirieron un drenaje de emergencia para restablecer las condiciones de navegación. Las pérdidas generadas por la paralización operativa, sumadas a los costos de las acciones de respuesta, tuvieron un impacto significativo en el negocio portuario de la región.

La ciencia ya predijo los impactos

El avance del calentamiento global es un indicador crítico para comprender las condiciones actuales del cambio climático, ya que la temperatura es un factor clave para desencadenar efectos en cadena que generan cambios en múltiples variables climáticas del planeta.

Este fenómeno ha sido documentado en diversos estudios a lo largo de los años en Brasil. Un ejemplo es la nota técnica publicada el año pasado por el Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Cemaden/MCTI, por sus siglas en inglés) y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que muestra una cronología de las investigaciones sobre el riesgo de inundaciones en Brasil, con especial atención al estado de Rio Grande do Sul.

Desde 2015, estos estudios han puesto de manifiesto la vulnerabilidad del país a las catástrofes naturales, especialmente en el sur y el sureste, zonas de alto riesgo debido al aumento de las precipitaciones extremas y a los efectos del calentamiento global.

Además, los datos del Centro Nacional de Datos sobre la Nieve y el Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés) mostraron que la extensión del hielo marino en el Ártico y el Antártico alcanzó mínimos históricos en 2023 y 2024, mostrando los efectos del calentamiento global.

Esto afecta a las operaciones portuarias de varias maneras. Por ejemplo, la reducción de los hielos polares está provocando un aumento del nivel del mar, intensificando las posibilidades de inundación y erosión de las regiones costeras. Además, la redistribución de las masas de agua, junto con los cambios en la dirección y la intensidad de los vientos y las corrientes marinas, pueden afectar a las rutas marítimas, a la seguridad del atraque de los buques, exigiendo nuevas normas operativas, e incluso sobrecargar las infraestructuras marítimo-portuarias.

"Teniendo en cuenta que el año pasado ya superamos el objetivo del Acuerdo de París, que pretendía limitar el calentamiento a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, es urgente actuar para adaptar las infraestructuras ya existentes", subraya Nathan Debortoli, Climate Risk & Adaptation Project Manager en Ausenco.

Paradas portuarias: el costo de los paros

Según una encuesta global realizada por NavClimate en 2018-2019, publicada por PIANC en 2021, el 28% de los eventos extremos reportados generaron paradas portuarias de más de 24 horas. En el 26% de los casos, los daños ocasionados por el evento superaron los 100 M$ sólo por pérdidas operativas derivadas de la interrupción de actividades.

A estas pérdidas directas hay que añadir los costos potenciales de reparación de las infraestructuras, que en el 10% de los sucesos a los que se enfrentaron los puertos que respondieron a la encuesta superaron el millón de dólares. Estas cifras cuantifican el orden de magnitud de las pérdidas generadas por los fenómenos meteorológicos extremos y el tiempo de inactividad portuaria (el periodo en el que el puerto debe suspender sus operaciones debido a condiciones meteorológicas adversas).

Carolina Saba, consultora de Ausenco, señala que los puertos operan con límites de viento, corriente y oleaje que, cuando se superan, obligan a suspender las operaciones, generando elevadas pérdidas económicas.

También subraya que los efectos de los cambios en las corrientes de agua no siempre son inmediatos, como el transporte de sedimentos en los canales de acceso, que puede verse agravado por la deforestación para actividades agrícolas en zonas urbanas. Este exceso de sedimentación puede reducir la profundidad de los canales y las zonas de anclaje, lo que se traduce en costos ocultos debido a la necesidad de drenajes frecuentes.

"La falta de un plan de adaptación puede acarrear diversas consecuencias, como paradas operativas, crisis de abastecimiento y daños a la reputación de la empresa, así como pérdidas financieras, impactos sociales y medioambientales y riesgos para la vida humana", afirma Carolina.

La solución de Ausenco al impacto del cambio climático en las operaciones portuarias

Ausenco destaca por aportar una visión holística del riesgo climático, que va más allá del suministro de datos técnicos sobre riesgos operativos. Basándose en protocolos internacionales como PIANC e ISO, la empresa realiza diagnósticos climáticos completos, identifica áreas de riesgo y desarrolla planes de adaptación bien estructurados que incorporan estrategias de planificación, infraestructuras e incluso soluciones basadas en la naturaleza.

"Con experiencia en países como Chile, Perú, Ecuador y Canadá, Ausenco trae a Brasil un enfoque innovador, centrado en las cadenas logísticas desde la producción hasta el puerto. Nuestro objetivo es orientar a los clientes sobre cómo actuar eficazmente para reducir los riesgos, transformando datos complejos en soluciones prácticas y personalizadas", afirma Carolina Saba.

El enfoque se aplica tanto a organizaciones públicas como privadas, teniendo en cuenta los diferentes intereses y partes interesadas. Nuestro equipo también ayuda en el cumplimiento de la Ley 14.904, aprobada en junio de 2024, que establece directrices para la creación de planes de adaptación al cambio climático en Brasil, complementando el Plan Nacional de Cambio Climático de 2009. La legislación orienta la elaboración de planes a diferentes niveles -nacional, estatal y municipal- y refuerza la alineación del sector portuario con las normas internacionales de sostenibilidad, cada vez más exigidas por inversores y organismos multilaterales.

"Adaptarse al cambio climático ya no es una elección: es una urgencia necesaria para proteger vidas, empleos y la viabilidad del sector portuario brasileño. El momento de actuar es ahora", concluye Nathan Debortoli.